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¡Aquí huele tan rico!

Mmmm. —¿Que preparaste que huele tan rico? ¿Ropa vieja, arroz con gandules, una parrillada, empanadas, farofa, mole poblano? 

—Ha cocinaste tu plato favorito. ¿Le echaste ajo a esta yuca? —A ver déjame probar un pedacito nada mas—. 

—Di unos pasitos y no tienes que imaginarte nada porque el solo sentarme a la mesa me llevó a lo mas intimo del hogar, a esa relación tan linda, y abrir el baúl de mis recuerdos. 

Parado ante este umbral de la historia, mi mama solía hacernos tortillas de maíz a las cuales recién salidas del comal, le metía cuajadas de queso. Era para chuparse los dedos. Y lo fascinante era que alcanzaba para los chicos que llegaban a jugar pelota con nosotros. 

A la edad de 9 años, Doña Alicia, dueña la tienda de la esquina en la colonia “El Paraíso,” nos regalaba “semitas.” Era un pan grueso y sabroso con azúcar derretida adentro. 

La Sra. Alicia tomaba mi moneda y se inclinaba sobre el mostrador con ojos encantadores, una sonrisa tierna, y con tierna voz decía: “aquí está tu moneda de vuelta y te daré tu cambio”. 

Me entregó mi “moneda de emergencia” y otra “por si acaso tu hermano también querría ‘semita'”. Mientras pronunciaba esas palabras angelicales, hasta el día de hoy y con lagrimas en mis ojos, ¡creo que era un verdadero ángel con pies de barro!

Y es que no es secreto que la comida, la familia y la comunidad constituyen en cualquier lugar, la columna vertebral de las culturas Hispanas y Latinas tanto; las tres son gestos y miradas de amor. 

Abraham, comida y familia

La comida es pues entonces la piedra angular y el epicentro de las familias, la atención a tertulias y anécdotas de los abuelos, y el aroma y sabor, expresiones de nuestras culturas, proporciona lazos generacionales. 

La bisabuela solía hacer un guiso de esta manera. Y así, las recetas surcaban mares y fronteras oral y manualmente. Aún esta multiplicidad familiar culinaria produce espacios para ofrecernos un sentido de pertenencia, de propósito, y de dirección en la vida. 

Surge en el paladar y en el corazón señalar entonces que toda comida compartida es mesa bendecida. 

Veamos como este principio del porque la celebración de la cena iglesia es un gozo extravagante. ¡Ven, siéntate a la mesa, toma una taza de café, un par de galletas!

Una pareja de ancianos deseaba tener un niño; ¡el de la promesa! Pero nada. Sara había pasado la edad para dar a luz y aun siendo octogenarios están a punto de descubrir la bendición de Dios alrededor de una comida (Génesis 18:1-15; 21:1-7). 

Y así fue. Abraham su esposo corre a recibir los huéspedes (visita celestial—para una familia especial—, se apresura a preparar una comida exquisita, comieron, y disfrutaron de una comunión intima. 

Allí mismo Sara estaba escuchando detrás de las cortinas de la tienda, oye el mensaje; Dios les visitará y les dará un hijo. Ella se rió. Y no era para menos. ¡A su edad, embarazada! Así sucedió (Génesis 21:1-7). Concibió y dio a luz un hermoso hijo, Isaac. 

No se cual habría sido tu reacción. Y es que cuando Dios da una promesa, Él nunca se tarda en cumplirla porque para Él no hay nada imposible. De esta manera percibimos la felicidad en esa perfecta unión entre mesa y bendición. 

Ambas forman el corazón de gratitud en culturas milenarias como Israel. Mesa y bendición dos palabras claves en el Antiguo Testamento las cuales muestran la importancia de la mesa, y enseguida la bendición al comer en ella: Shulhan (mesa) y Shalaj (enviar—bendición). 

  • שולחן  Shuljan =  SH – L – J – N  =  MESA 
  • שליח    Shalaj    =  SH – L – J        =  ENVIAR

Ese ambiente es la hospitalidad abriendo puertas para crear comunidades auténticas, comunicándole a cada persona que sus vidas son tan importantes tanto para nosotros como para Dios.

“Algo sagrado sucede alrededor de una mesa (‘Shulhan’) que nunca sucederá en un santuario. En el auditorio de una iglesia se ve solamente la parte de atrás de las cabezas. Alrededor de la mesa (‘Shulhan’) se ven las expresiones faciales. En el auditorio habla una persona; alrededor de la mesa (‘Shulhan’) todos tienen una voz. Los servicios de la iglesia giran en torno al reloj. Alrededor de la mesa (‘Shulhan’) hay tiempo para hablar. (Max Lucado, Outlive Your Life )

Lo mismo acontece en el salmo 23 favorito de generaciones, Dios prepara mesa delante de ti en presencia de tus angustiadores, unge tu cabeza con aceite, y llena tu copa hasta el punto de estar rebosando. 

Esta es pues una mesa de abundancia y de alegría. Naturalmente, acá te bendice (Shalajs) con el bien (hemet), y la misericordia (hesed) las cuales te seguirán todos los días de nuestras vidas.

Donde nace la iglesia

El silencio de cuatro siglos estalla en algarabía y Jesucristo inaugura una nueva era con intimas y profundas implicaciones. ¡Ahora, Dios se hace presente! Conversa, ríe, llora, y nos invita a todos a celebrar y recordar su vida, enseñanzas, y milagros alrededor de la mesa (Lucas 15:2; 22:15-20).

¡Allí, entre sorpresas, gustos, y sustos nace la iglesia alrededor de una mesa! 

Cada momento al estar juntos era una bueno para partir el pan, comer juntos, y con insondable alegría. Surge entonces un amor tan profundo a tal punto que compartían con todos de acuerdo a sus necesidades, tanto así que nadie tenia escasez (Hechos 2:42-47).

Inmediatamente, el apóstol Pablo nos anima a esperar que todos lleguen a la mesa, y a celebrar la comida con profunda gratitud. Y es que no es para menos, la bendición de esta comida se extiende hasta los cielos, anticipando todos nosotros celebrarla en el gran banquete de las bodas del cordero.

Dios entiende el lenguaje de comunión, gozo, alegría, y festividad que la comida, la familia, y la comunidad ofrecen. Por tal razón nos invita a experimentar su gozo en medio de las comunidades Hispano-Latinas.

La última vez que vi a la señora Alicia, fue en mis sueños en otra ciudad. Podía sentir sus abrazos, el beso en mi mejilla, y diciéndome con una sonrisa: “Eliseo, ahora es tu turno, sírvete tu como un trozo de pan para que la gente hambrienta coma. Da generosamente como yo te he dado”. 

Nunca la volví a ver, pero en algún lugar de mi billetera tengo una moneda escondida, en mi mente una semita deliciosa, y en mi corazón el deseo ferviente de invitarte a la mesa.

¡La comida esta servida y calientita!

¡Ven! Siéntate a la mesa, Jesucristo esta contigo y te invito a celebrar conmigo porque comida compartida es mesa bendecida.  

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Eliseo Mejia
About the Author

Eliseo Mejia

Rev. Dr. Eliseo A. Mejia is a pastor, missiologist, and a church-planting leader. He has been planting churches the last 29 years in different cultures, contexts, and countries. In the last 19 years with God’s help and an exceptional team of pastors he led church plating efforts in the heart of Kentucky where he served as the Associate Director of Hispanic, multiethnic, and international church planting ministries with the New Church Development team. His passion to reach the lost moves his heart to equip young and seasoned leaders in the USA and internationally. He is an ordained elder in the Kentucky Annual Conference where he serves as the senior pastor of Paris First UMC. Dr. Mejia, similarly led Mosaic UMC, a multicultural and multiethnic merged congregation in Louisville, KY. He served as the President of The National Association of Hispanic Leaders. God opened the door to join Fresh Expressions USA team as the Director of Expresiones Divinas.